SAYONES, AÚN
Sobre tronos de piel y de madera
se levanta tu imagen malherida,
apurando el cáliz de la vida
en la cúspide azul de la ribera
Desangrándose por Ti la primavera
-ni se atreve a venir, ni a la partida,-
éxtasis de la eterna despedida
y esperanza única de la espera.
Derramada tu sangre a borbotones,
la inicial de los hombres repetía
la furia inicial de los sayones.
Y en tu amor, Jesús mío me decía
con la hiel de las tristes reflexiones:
¡Que los hombres te hieren todavía!
Manuel Molina (1947)