Poesia Ntro. Padre Jesus

EL NAZARENO

 Se horrorizan los ancianos, se conmueven las doncellas

enseñando las pupilas tras los mantos y los velos

anegadas por el llanto. Y las masas por los suelos

caen mostrando, de temores y dolor en la faz, huellas.

 

Enmudecen los clarines, no se escuchan las querellas

y tristísimas saetas, ni la voz de los abuelos

que pidiendo van por Cristo. Y en el rostro de los cielos

como lágrimas enormes se estremecen las estrellas.

 

Reina un horrido silencio que es tan sólo interrumpido

por redobles de tambores y algún lúgubre gemido

que se sube hasta los labios de un pecho de fe lleno…

 

Y entre mil encapuchados con mil llamas de mil cirios,

con las carnes desgarradas aún más pálidas que lirios

y la cruz sobre los hombros, cruza, humilde, el Nazareno.

 Miguel Hernández, 1930