José Francisco Sáez Sironi PRESIDENTE Me resulta muy difícil reducir a unas pocas líneas lo que es y representa la Semana Santa en Orihuela. Son muchas sus singularidades, tradiciones y emociones que afloran en esta época, por eso he preferido hacer de esta presentación de la página web, más que una presentación en sí, una invitación a vivir nuestra Semana Santa. Vivir la Semana Santa en Orihuela es recorrer las calles de nuestra historia, historia de una ciudad milenaria, universitaria, capital de diócesis desde 1564, y de una arraigada religiosidad que nos transporta a la segunda mitad del S. XVI, cuando aparecen las primeras referencias de lo que es hoy, una Semana Santa surgida entre los muros de la Capilla del Loreto. Paseando por estas viejas calles y plazas salpicadas de torres, hoy remozadas y adaptadas al momento actual, entre palacios y casas señoriales que han resistido el paso de los años, es seguro que se van sorprender y se van a agudizar todos sus sentidos. El aire fresco de las noches de primavera les traerá el perfume del azahar mezclado con el de incienso, el de la huerta cercana, el de las monas del horno del Obispo; les invadirá una amalgama de delicados aromas procedentes del Santuario de Ntra. Sra. de Monserrate donde hacen estación la mayoría de los pasos que escenifican en las calles la Pasión de Jesús en la Procesión General de Viernes Santo. Les acariciarán las notas melodiosas de las bocinas gemelas anunciando las procesiones, en una melodía que los niños oriolanos tararean desde su más tierna infancia; se estremecerán escuchando el tradicional “Canto de La Pasión” la noche de Jueves Santo a la salida del Cristo del Consuelo, en una oscuridad rota solo por la luz de la luna llena, uno de los momentos más emblemáticos de nuestra Semana Mayor. Sus ojos se llenarán de color al paso de “Los Armaos” o asistiendo a su retirada cuando ejecutan el famoso “Caracol” al toque del “Turuta”. Y les deslumbrará la belleza de tronos e imágenes de un barroco en el que Salzillo es su máximo exponente. Sentirán la cercanía de los nazarenos poniendo en sus manos el típico caramelo, el roce suave del raso de sus capas, la rugosidad de la madera de pesadas cruces que descansan en la Monumental Iglesia de Santiago esperando ser portadas por hermanos del Silencio. Y para completar este viaje por los sentidos podrán degustar los típicos guisos de Cuaresma, los altabayacos, el trigo picao... y los dulces como los chatos, zamarras, pasteles de gloria etc. elaborados por los conventos de clausura como a la antigua usanza. Pero además podrán descubrir tradiciones, contagiarse de la devoción con la que los oriolanos acompañan a cualquiera de sus Cristos, e incluso emocionarse en la multitudinaria despedida que Orihuela hace a su Patrón, “El Abuelo”. Es de destacar la tarde de Sábado Santo. Al atardecer tiene lugar la procesión del Santo Entierro de Cristo donde serán testigos de una de las más antiguas tradiciones. La figura del “Caballero Cubierto” que abre el cortejo, ataviado de chaqué y chistera no se descubrirá al paso por el interior de la Catedral. En esta misma procesión podrán contemplar el que ha sido catalogado como el paso más original de la semana santa española, “La Diablesa”. Termino con un párrafo de la glosa del pregón de quien fuera un oriolano ejemplar y gran amigo Manolo Cañizares: “Y la ciudad, esta Orihuelica del Señor, que ha volcado toda su devoción pasionaria en su Semana Santa, aguardará paciente y jubilosa, la hora en que el Resucitado aparezca por la puerta de Santa Justa, y entre feliz y nostálgica, esperará el fuego festivo de la Cueva del Tío Paco y el sonido de las campanas de la resurrección, esas mismas que decía Miró, que le circulan la sangre de las horas y de los toques de muchos siglos.”
PRESIDENTES HISTÓRICOS
1947 - 1956 Rvdo. Sr. D. Antonio Roda López 1956 - 1966 Sr. D. Ángel García Galiano 1966 - 1988 Sr. D. Emilio Bregante Palazón 1988 - 1991 Sr. D. Ángel García Galiano 1991 - 2000 Sr. D. Antonio Pérez Menárguez 2000 - 2012 Sr. D. Eduardo Ferrández Felices 2012 - 2017 Sr. D. Ignacio Martínez Ballester